TAFETÁN
En casa era siempre nuestro padre quien se ocupaba
de despertarnos cada mañana. Lo hacía a las ocho en
punto,
después de haberse duchado y afeitado. Venía a nuestro
cuarto y,
todavía a medio vestir, nos zarandeaba levemente
hasta que abríamos los ojos. De tanto en tanto
observábamos
que llevaba adheridos a la cara pedazos diminutos de
tafetán inglés.
En esas ocasiones pedía a mamá que le recordase con todo
detalle
qué habíamos cenado la noche anterior, pues atribuía las
heridas
causadas por la maquinilla a haber tomado algún alimento
vasodilatador. Ella se limitaba a sonreír,
condescendiente.
Después de desayunar, lo acompañaba hasta la puerta,
daba un último repaso a su traje y al nudo de la corbata,
le deseaba mucha suerte en el trabajo y se despedía de él
con un beso en la mejilla.
Joaquín
Valls Arnau
Licenciado
en Derecho
BARCELONA
(VII
Antología pág. 205)
Buenos días.
ResponderEliminar¿Cuándo saldrá la lista de las 50 mejores Vivencias?
Muchas gracias.
Un saludo.
Hola,
Eliminarel Jurado ahora está leyendo y valorando todos los textos recibidos. Después de Semana Santa se hará la primera selección. No podemos poner un día exacto.
Saludos